Las tres capas de la piel
- Epidermis: capa exterior de la piel, compuesta fundamentalmente por queratinocitos. Se encuentra en perpetuo proceso de descamación y regeneración. La epidermis es la encargada de funcionar como barrera protectora frente a agentes externos nocivos y de evitar la pérdida de líquidos de nuestro organismo.
- Dermis: capa intermedia, constituida en gran parte por colágeno y elastina, dos componentes que juegan un papel fundamental en la elasticidad característica de la piel.
- Hipodermis: Capa más interna de la piel. En ella se almacena grasa que protege al organismo de las contusiones externas y que ayuda a regular la temperatura del cuerpo.
¿Qué tipo de piel tenes en función de la sensibilidad al sol?
¿Sabes qué tu tipo de piel te hace más o menos susceptible a los efectos del sol o al cáncer de piel?
Los tipos de piel, en función de su tonalidad, se engloban en seis grupos o fototipos, en función de su tonalidad: las más pálidas (I y II) presentan más riesgo de cáncer de piel y son más fotosensibles, mientras que en las más oscuras (V y VI) este es menor, lo que no quiere decir que no deban protegerse.
Tipo de piel I
Si jamás te bronceas y es muy habitual que te quemes a causa del sol, es probable que tu piel sea de este tipo. Usa un buen protector solar con FPS (Factor de Protección Solar) de 50 o total, ya que tu piel es más vulnerable al melanoma y otros tipos de cáncer de piel. Es más, lo más recomendable para protegerte del sol es evitarlo buscando siempre la sombra, sobre todo durante las horas de máxima radiación ultravioleta (entre las 12 de la mañana y las 4 de la tarde). También debes poner especial cuidado en hacer revisiones dermatológicas al menos una vez al año y prestar atención a cualquier lunar o mancha sospechosa.
Tipo de piel II
Es una piel ligeramente más pigmentada que la de tipo I, pero también es habitual que sufra quemaduras a causa del sol, y rara vez se broncea. Por eso, si perteneces a este grupo, los consejos son los mismos que en el caso anterior, debes usa protectores solares faciales y corporales con alto FPS y evitar el sol durante las horas de más radiación. De este modo contribuirás a prevenir el desarrollo del cáncer de piel.
Tipo de piel III
Si tienes este tipo de piel te bronceas de forma gradual, pero a veces también te quemas a causa del sol. Aunque tu fototipo sea algo más resistente a la radiación, sigue siendo susceptible al daño, por lo que debes protegerte de la misma manera para prevenir el desarrollo del cáncer de piel.
Tipo de piel IV
Si tu piel pertenece a este grupo, te broncearás con facilidad y no te quemarás de forma habitual. Sin embargo, no estás libre de riesgo: usa protector solar facial y corporal de protección media y evita el sol durante las horas de mayor radiación. Del mismo modo que en los casos anteriores, presta atención a manchas sospechosas en tu piel y realiza una vez al año revisiones dermatológicas.
Tipo de piel V
Este tipo de piel se broncea fácilmente, y casi nunca se quema. Si es tu caso, no dejes de utilizar protección solar, ya que puedes prevenir el fotoenvejecimiento causado por los rayos UV tipo A. También es importante realizar las revisiones anuales ya que este tipo de pieles pueden desarrollar melanoma lentiginoso acral, que por lo general aparece en zonas del cuerpo no expuestas al sol, y su detección suele ser tardía.
Tipo de piel VI
El fototipo de piel VI corresponde a personas de piel muy oscura. ¿Significa esto que no tienen riesgo de desarrollar cáncer de piel? Lamentablemente, no. Como acabamos de comentar, existen cánceres de piel que son más frecuentes en pieles oscuras, por eso siempre es importante seguir las recomendaciones básicas.
Los 10 tip´s que tenes que saber antes de elegir tu próximo protector solar.
1. Un buen protector solar no solo debe proteger de los rayos UVB (responsables de los daños inmediatos sobre la piel, como las quemaduras), sino también debe proteger de los rayos UVA (daños en el DNA de la piel, las células, los vasos y los tejidos).
2. Elegí filtros físicos, no químicos e inorgánicos que reboten los rayos UV antes que sean absorbidos por la piel. Este tipo de filtros se conocen como “SunBlock”.
3. Evita los filtros solares que contengan PABA en su formulación, pues el ácido para-aminobenzoico puede causar daño celular y hay una mayor incidencia de alergias relacionadas con él.
4. Debe ser foto estable, un producto solar estable ante el calor.
5. Mejor si el producto es de aplicación sencilla y cómoda para fomentar la reaplicación frecuente del filtro.
6. Cuidado con los protectores secundarios, aquellos que cuya función principal no es proteger la piel del sol como, por ejemplo, las cremas hidratantes con SPF15.
7. Los protectores solares deben incluir Filtros Biológicos en su formulación, que no son filtros solares como tal sino agentes antioxidantes que actúan junto con los filtros evitando la formación de radicales libres y potenciando el sistema inmunológico de la piel. Las vitaminas A, C y E entre otros son las más utilizadas. Actúan contra el envejecimiento cutáneo y los cánceres de piel fotoinducidos.
8. Lo último en formulación es incorporar a las fórmulas activos para la protección y reparación del ADN (DNA-Protect) dañado por los rayos UV, a través de enzimas que han sido aisladas de microorganismos extremófilos y cumplen funciones reparadoras.
9. ¡Cuidado! Los protectores solares también caducan. Con el paso del tiempo, sus componentes se van degradando como en cualquier otro producto. Por eso, no es recomendable utilizar fotoprotectores abiertos de un año para el otro ya que eso devalúa el factor de protección. La protección no será del todo completa por tanto se estará en riesgo de sufrir los efectos nocivos del sol.
10. Es básico reaplicar el protector solar cada 2 a 4 horas. El SPF es “dosis-dependiente”, es decir, que para conseguir el SPF que pone en el envase debemos usar una cantidad de producto igual a la que se usa para determinar que ese producto en dicha cantidad nos provee del SPF que indica, sino no conseguiremos dicho SPF.